Crónica: Rolling Stones + Los Zigarros en Barcelona 27/09/2017
Por Roberto Cervelló
Más de 41 años han pasado desde que los Stones visitaran por primera vez la ciudad condal. Fue en 1976 y se celebró en La Monumental de Barcelona, algunos medios de comunicación han remarcado la diferencia de precio de las entradas; 900 de las antiguas pesetas frente al mínimo de 85€ (más gastos de gestión) pagados este año. No obstante, si algo puede llamar la atención, es la evolución en el número de asistentes; los apenas 11.000 de aquel 11 de Junio frente a los 55.000 de este pasado 27 de Septiembre. Pese a que el evento tuvo lugar en día laboral (Miércoles), no fue impedimento para que se creara la correspondiente expectación, reflejada en las colas de personas que se empezaron a formar a la entrada del Estadi Olímpic a las 12 de la mañana. A las 16:00 se abrió el primer control y a las 17:37 se produjo la apertura de puertas, con la correspondiente marabunta de gente corriendo con la esperanza de coger un buen sitio en el recinto.
Los Zigarros fueron los encargados de abrir el concierto y calentar el ambiente; con dos discos bajo el brazo (Los Zigarros, 2013; A todo que sí, 2016) los valencianos ejercieron de más que respetables teloneros, uno a uno fueron cayendo sus temas más conocidos como Cayendo por el agujero, Dentro de la ley, Hablar, hablar, hablar… que hicieron las delicias del público congregado.
Los Zigarros
Tras 20 minutos de retraso y cuando acababa de sonar Highway to Hell de AC/DC en el
estadio, el recinto se cubrió de fuego
(digital, pero fuego) y empezaron a sonar los primeros compases de Sympathy for the Devil; al tiempo que
sus majestades hacían su aparición en escena, el público entraba en calor
entonando el “Woo woo, Woo woo” que
caracteriza a la canción. Como siempre, Jagger ejerció de maestro de ceremonias,
dio la bienvenida y chapurreó palabras en castellano y hasta en catalán. It’s only rock ‘n’ roll fue la elegida
para dar continuidad al choque de emociones e iluminar el recinto, la claridad
permitió diferenciar momentos en los que daba la impresión que Ron Wood
flaqueaba (recordemos que hace dos escasos meses pasó por quirófano a causa de
un tumor pulmonar), que Charlie Watts no llegaba, “que ancianetes están,
Richards se ve muy mal” comentó alguien del público (si bien nadie puso en duda
la buena forma física de Jagger). Tuvo que llegar Tumbling Dice para disipar toda duda, los Stones siguen siendo una
máquina bien engrasada que funciona como un conjunto. Cayeron las dos versiones
de rigor incluidas en su último disco Blue
and Lonesome, Just Your Fool
(Little Walter) y Ride ‘Em On Down (Eddie
Taylor).
Andreu Dalmau / EFE
Tras ese punto de inflexión, volvió la euforia con Under my thumb para luego dar paso a la ganadora de la votación
electrónica Rocks Off, segundo tema
que caía de esa pequeña joya que es el Exile
on Main Street. El público estaba eufórico; “es la que yo he votado” decía
una chica. Sonó una You Can’t Always Get
What You Want más acústica y desnuda que de normal pero no por ello menos
apreciada por el público. A continuación, ese familiar punteo a modo de sitar y
con influencias mediterráneas desató la tormenta; en efecto, Paint it Black puede considerarse el
plato fuerte del concierto, sonó desatada, con nervio, como un huracán. Honkey Tonk Woman
bajó las revoluciones pero no por ello
el énfasis, los coros animados seguían entonando el divertido honkey
tonk blues que sonaba a gloria. Jagger
siguió ejerciendo su papel de protagonista y haciendo alarde de su familiaridad
con el castellano y conocimiento del catalán, “hemos comido botifarra y trinxat
de la Cerdanya” dijo, “cóm esteu $%&·X malparits?” se oyó en algún momento.
Le tocaba a Keith Richards, emocionado y compungido le faltaban las palabras para
poder responder a la ovación del público, agradeció y excusó más comunicación
alegando que tenía un concierto que terminar. Llegaron las tradicionales Happy (tercera joyita del Exile on Main Street que tocaban) y Slipping Away, entonadas por Richards, que pasó a ejercer de vocal protagonista en este
caso. La vuelta al escenario de Jagger vino acompañada de la línea de bajo
característica de Miss You (tocada por un Darryl Jones en estado de gracia) que
junto con Midnight Rambler dieron
juego y papel al público que, a petición del propio cantante, pasaban a corear,
coreografiar, saltar, levantar las palmas, quitarse la ropa y lo que hiciera
falta. Sonaron Street Fighting Man, Start
Me Up, Brown Sugar, Jumpin Jack Flash, tralla de temas que sonaron con su
energía característica y que iban
presagiando el final.
Andreu Dalmau / EFE
Tras el descanso llegó el bis con el conocido rasgueó a
modo de introducción de Gimme Shelter, obra maestra del Let It Bleed que no ha perdido ni un ápice de fuerza, con Jagger y
Sasha Allen tomando la pasarela con ese dueto de voces que pone los pelos de
punta. El golpe de gracia se produjo con la aclamada Satisfaction, recordemos que llevamos 19 canciones y casi dos horas
de concierto. Los Stones seguían con la misma fuerza, Jagger sin parar de
moverse, Richards y Woods coordinados y relevados de lado a lado del escenario,
Watts ejerciendo de hermano mayor y manteniendo el ritmo (sin prisa pero sin
pausa), sonó con brío, más dura, más rockera, alargada hasta la extenuación, la
gente no podía con sus fuerzas “¿pero como aguantan?” se preguntaban. El
concierto finalizó con un espectáculo
pirotécnico que pasó desapercibido para la mayoría de la gente, más atenta a
los cuatro dinosaurios incombustibles que se despedían sobre el escenario.
Algunos
dirán que se trata del afán recaudatorio propio del show business (in it for
the money), otros de la añeja tradicional
estrategia comercial con su nostalgia autocomplaciente (in it for the money II). Puedo afirmar que en el
concierto del pasado Miércoles vi a cuatro músicos (artistas) septuagenarios en
plena forma, multimillonarios, sí, pero los vi entregados, coordinados,
ensamblados, engrasados, una maquinaria de precisión perfecta, como un viejo reloj
suizo (leyendas aparte) y lo más
importante, los vi disfrutar y pasarlo bien, haciendo lo que más les gusta,
tocar en directo.
Desde los inicios del blues y el rock son incontables la
cantidad de artistas que bajo estas etiquetas han pasado, unos con más gloria y
otros con más pena. 2016 y 2017 han sido Annus Horribilis en este aspecto, con
numerosas pérdidas que no viene al caso recordar. Cualquiera que haya ido a un
concierto multitudinario, con un setlist de 20 canciones y una duración de más
de 2 horas, sabe que eso requiere mucho esfuerzo, mucha dedicación y mucho
trabajo, más aún a sabiendas que los miembros principales del grupo que toca
tienen entre 70 y 76 años de edad. La experiencia
es un grado y como bien reza el refranero popular más sabe el diablo por viejo que por diablo, y el que dude de ello, que
le pregunte a los Stones.
Crónica: Rolling Stones + Los Zigarros en Barcelona 27/09/2017
Reviewed by Redacción Musicólogas
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11:40:00
Rating:
Excelente crónica.
ResponderEliminarGracias al autor he podido compartir sin estar presente este magnífico espectáculo que quizás ya no pueda volverse a repetir
Magnífico resumen de tan apoteósico encuentro. Yo añadiría la parte emocional que vibraba en el público, noté mucho buen rollo entre la gente (suele pasar en eventos tan grandes) y compartíamos la emoción unos con otros. En estos días en que la peña va tan a la suya y todos parece que se hayan vuelto medio zombies se agradecen estos momentos,la verdad
ResponderEliminarUna crónica muy fidedigna de una noche en la que quedó claro que la juventud no es una etapa de la vida sino un estado de ánimo. El del día 27 fue mi primer concierto de los Stones y ojalá que no sea el último. Sin duda, lo recomiendo, a pesar del coste, las colas, los cinco controles por los que había que pasar y las carreras para conseguir un buen lugar. Es un concierto al que hay que ir al menos una vez en la vida.
ResponderEliminarExcelente crónica que hace, si cabe, desear más todavía haber estado allí.
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