⇨DADDY LONG LEGS: Rock’n Blues desde las entrañas de Nueva York

Crónica del concierto de Daddy Long Legs en el 16T (Valencia)

La luz amarillenta del interior del Luam iluminaba a tres extranjeros de aspecto extravagante. Eran las 21:30 y la puerta del garito del concierto estaba cerrada, aún no había casi nadie. Sentados en una de las mesas de melamina y metal, comían tapas regadas con cerveza y tinto de verano el pasado 9 de noviembre. Todo tranquilo. Ni un atisbo de la explosión que dos horas y pico más tarde estremeció el interior del 16 Toneladas a cargo de las gargantas, los dedos y las entrañas de estos tres chicos de Nueva York.

El ambiente lo dejaron ya asalvajado Pogüey Romero y Los Malasangre, teloneros en esta ocasión, que ya son un plato fuerte en sí mismos y de los que te arrepientes si entras a mitad de concierto ( no lo hagáis, entrad con tiempo y ocupad las primeras filas). Perseguidos por el eco de los grupos de los que formaron parte tiempo atrás ( los míticos Wau y los Arrrghs!!!, Los Infraseres o Los Subterráneos), emprendieron hace apenas un año una huida conjunta hacia adelante con una propuesta de rock garajero y ganas de lío que no tiene desperdicio.

Los Daddy Long Legs aprovecharon el chasquido y arrancaron con “Death train Blues” de su disco “Evil eye on you”. Aceleraron a latigazos desde “Big Road Blues” para tomar aliento dos temas más tarde con “Blood from a stone”, un tema relajado de blues de carretera que da nombre a su álbum de 2014. De ahí en adelante todo se movió a velocidad de locomotora en aparente descontrol, pero con los engranajes perfectamente encajados en un espectáculo sonoro desenfrenado, enérgico y muy elegante.

Ritmo alocado y continuo durante unos siete temas más, sin tregua, cabalgando entre canciones antiguas y algunas de las que formarán parte de su nuevo disco por venir. El público encendido, muy predispuesto y bastante cargado de gasolina etílica a esas horas: sudor, admiración y entusiasmo frenético acompañando a la fuerza bruta del trío sobre las tablas, cargaron la atmósfera de un combustible visceral que transportó a la mayoría a las tripas del rock’n blues de la vieja escuela elevado al punk.

En “Bourgeois blues”, Daddy Long Legs (como se hace llamar el líder de la formación y que da nombre al grupo) se comía la armónica, en un galope insaciable que fue aminorando la marcha para abandonarnos con “I’ll be gone…”, sosegados después de  un derroche eléctrico tan feroz.

Brian Hurd (voz y armónica), Murat Atkur (guitarra) y Josh Styles (batería), los tres salvajes de Brooklyn, desaparecieron del panorama, dejando satisfacción y buen rollo hasta en la primera patata que ingirieron unas horas antes en el bar de al lado.